La muralla de Zaragoza

«Llevamos unos veinte años 'sacando' muralla», cuenta Úrsula Heredia, jefa del servicio municipal de Patrimonio Cultural, para quien la construcción medieval que recorre las calles de la Magda-lena no deja de deparar sorpresas. Así, los nuevos trabajos se están centrando en desescombrar y sacar a la luz buena parte de la muralla 'subterránea', que se ha hallado en las bodegas de las que eran los números 6 y 8 de la calle de Arcadas.
Al mismo tiempo, se ha limpiado el paño medieval de la estructura de las calles de Asalto y Can-tín y Gamboa, cuyos ladrillos dañados han sido restaurados, sus juntas también han mejorado gra-cias al mortero de cal y las piedras han quedado libres de pintadas y, ahora también, de andamios.
Estos trabajos corrieron a cargo de la empresa Rubio Morte y se presupuestaron en unos 200.000 euros. La otra intervención que se está llevando a cabo en la muralla medieval, en el tramo de la ca-lle de Alonso V, es un contrato menor, de 58.000 euros, adjudicado a Derribos Salvador y Amado Terrén. En este espacio, al lado del albergue de transeúntes donde ya en los ochenta se recuperó el torreón y parte del lienzo, se trabaja actualmente en el apuntalamiento telescópico de la muralla. «Primero se derribó lo que la circundaba -alguna galería adintelada amenazaba ruina- y después se procedió a consolidarla», comentan fuentes de Patrimonio, que dieron con la construcción porque «de la antigua casa asomaba una estructura de hormigón que tenía vuelo y comprobamos, efectiva-mente, que estaba apoyada en parte de la muralla»
El proceso de expropiación de las viviendas de la calle de Armadas se prolongó durante más de siete años y, «cuando estábamos a punto de poder intervenir, se metió un grupo de okupas», cuenta Heredia, que informa de que ya en las bodegas del convento de San Agustín (que después fuera cuartel) se realizaron prospecciones en 2008 y se continuó trabajando el año pasado con fondos del FEIL.
Todas estas labores forman parte del Plan Especial de Protección de la Muralla que el Ayunta-miento aprobó hace más de una década y en el que se instaba a conservar todos los restos de interés que aparezcan durante su investigación arqueológica. Gran parte de la estructura medieval muestra también huellas de metralla de la artillería francesa, dado que en el barrio se libraron cruentas bata-llas de los Sitios. No en vano hay una dedicatoria a los héroes que defendieron la ciudad del avance napoleónico y, a pocos metros, la casa palacio de la calle de Alejandro Palomar también muestra en su fachada su tumultuoso pasado.

Ruta Orwell

El desescombro y la limpieza de la zona afectada por el fuego han sido los primeros trabajos de las obras de reconstrucción de la Ruta Orwell, en la Sierra de Alcubierre (Huesca), que fue arrasada hace un mes por un incendio intencionado.
En la reconstrucción también se repararán todas las piezas dañadas por el fuego y se repondrán los paneles explicativos.
Las labores se prolongarán durante un mes. El coste de las obras asciende a 9.000 euros que son financiados por el Ayuntamiento de Alcubierre, la Comarca de los Monearos y el de-partamento de Cultura del Gobierno de Aragón.
Según el responsable del proyecto “Patrimonio y Guerra Civil” de la Comarca de Los Monegros, Víctor Pardo, “la gravedad del incendio obligará a la reconstrucción total del observatorio, que es el elemento central de esta posición republicana”.
Por su parte, el consejero comarcal de Educación y Cultura, Jesús Brau, confía en que no vuelvan a repe-tirse incidentes vandálicos en el enclave, al tiempo que se muestra satisfecho por la pronta recuperación de los daño.
Brau considera que “La rapidez de esta recuperación se debe especialmente a la voluntad unánime de las tres instituciones implicadas y la actuación es especialmente importante porque se trata de uno de los principales focos de atracción turística y cultural del territorio y, junto al centro de interpretación de la Guerra Civil en Robres, atrae a numerosos visitantes desde diferentes puntos de Aragón y de España e incluso de otros países, como Francia o Inglaterra”.

Casas señoriales dentro de la muralla de Huesca

El recinto amurallado de la ciudad de Huesca tenía un perímetro de unos 1.800 metros que encerraba una extensión de 24 Ha. Delimitaba con lo que hoy son los Cosos, calle Joaquín Costa y el Trasmuro. Etimológicamente, “Coso” viene de “Cursus”, espacio donde se corre. Huesca era lugar de torneos en el medievo, carreras y diversos espectáculos. La muralla en el Siglo XIII, tenía 8 puertas, según algunos autores, aunque el ESPASA dice que eran 10. Una de ellas se denominaba Ramián, nombre de origen árabe, que así se designó hasta finales del Siglo XIX en que se destruyó; estaba en la entrada de la actual Plaza de Lizana, desde el Coso Alto; era de piedra, similar a la muralla. De esta puerta partían tres caminos que se cerraron con otras tantas puertas, cuando entre ella surgió el Barrio de San Ciprián. Junto a la puerta Ramián, hubo una cruz. de piedra, que pasó en el siglo XIX al interior del Ayuntamiento. Voy a reseñar con algún detalle las casas, su gente y la vida en el Distrito 5, o también llamado Barrio de la Catedral, gracias sobre todo a un libro de los hermanos Joaquín y Antonio Naval Mas, “Historia de Huesca Siglo XVIII”. Libro importante, para gozo de historiadores; lo publican en 1978, gracias a la antigua Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja. Obra densa, labor minuciosa y meticulosa, con profusión de datos y una planimetría excelente que complementa y ayuda al texto escrito. Vamos al Distrito 5, barrio agrupado en torno a la Seo de Huesca. En la Alta Edad Media, era uno de los puntos de mayor actividad, donde se establecieron las familias con títulos nobiliarios, y los clérigos de mayor rango eclesiástico; mercado, espectáculos, procesiones y beneficencia caracterizaban la vida de sus calles; citaré algunos de estos edificios, deteniéndome en la Casa de Los Aísa, que ha sido rescatada recientemente para Centro de Día y Residencia, gracias a las aportaciones del Ayuntamiento, Gobierno de Aragón y Caja Inmaculada. En esa zona, los árabes levantaron una mezquita, utilizando como un gran atrio, el espacio abierto del derruido foro romano. Llegan los cristianos y el Islam se bate en retirada, y la mezquita se consagra como catedral, donde se encontró un arco de herradura labrado en piedra sillar, que tal vez sea la puerta de acceso del alminar de la antigua mezquita. Poco a poco se va configurando la actual plaza de la Catedral. La actual Seo, los Palacios Consistorial y Episcopal, van surgiendo; el actual Ayuntamiento es de estilo renacentista aragonés. Parece que la plaza nace sobre el siglo XII, se puede decir que es anterior a la actual Catedral, de estilo gótico. Estamos en la Alta Edad Media, y los hermanos Naval dicen que se corrían toros en ella, era escenario de espectáculos y representaciones teatrales. Estos nuevos edificios contaban con galería alta, característica de la arquitectura aragonesa (Siglos XVI y XVII), y algunas como la Casa de los Canónigos, contigua a la Catedral y enfrente al Colegio Mayor Santiago, fundado por el canónigo don Berenguer de San Vicente (1534); su fachada es una galería de corrida de arcos pareados, apoyada en un gran podio de ladrillo. Los arcos continuaban hasta la entrada a la calle Forment, donde otro arco, semejaba puerta de entrada. La Casa de los Canónigos, servía de palcos para ver los espectáculos de la plaza y teatro de Comedias. Hasta el obispo Martín Cleriguech y notable escritor, tuvo que intervenir, pues los universitarios preferían ver los entremeses picarescos, que asistir a las clases de la Universidad. Esta Casa fue comedor de Canónigos hasta principios del Siglo XIV y luego Casa de las Limosnas, pues se daba de comer gratuitamente a 25 pobres, al día.La actual calle Las Cortes, se llamaba de Los Caballeros, debido -tal vez- a la relevancia social de las familias que allí habitaban. Paralela a esta calle, en la de Alfonso de Aragón, dice del Arco Garay, en su libro “Antiguas casas solariegas de Huesca”. Madrid 1918; que había una fábrica de peines de boj, hasta mediado el siglo XIX en que no pudo competir con otra más mecanizada, situada en Canfranc. En Huesca era muy pujante el gremio de cordeleros y alpargateros, dado que el cáñamo crecía en la ciudad con mucha facilidad y de buena calidad. Todavía en los años 60, del pasado siglo, en las afueras de Huesca, junto a unos solares de la Ronda del Isuela, se hacía cordelería, de gran calidad, pero estos oficios han ido desapareciendo.El escritor Aynsa, cita que saliendo por la Puerta de Montearagón (La Porteta), a unos 100 metros se llegaba a unos baños árabes, en el lugar donde estuvo el Hospicio y ahora la Universidad. En la parte trasera está la Iglesia Santa María in Foris (a de fuera) que fue cárcel en la que se encarcelaba a las brujas. En realidad fue cárcel durante la Inquisición, donde tenían penoso aposento los ajusticiados por el Tribunal del Santo Oficio. A principios del siglo XVI, la Iglesia pasó a los Agustinos Calzados que fundaron un Convento, con el nombre de San Agustín. Excavaciones recientes dentro de la Iglesia, han descubierto numerosos esqueletos que fueron enterrados en cal viva, parece que fueron víctimas de la famosa peste del siglo XVII, plaga que asoló el Alto Aragón, como reseño en el Hospital de San Julián de Barbastro. La calle Forment, acoge todavía la Casa de los Aísa, de la que en el libro de los Hermanos Naval Mas, se dice literalmente:Gran Caserón resuelto según las técnicas y criterios de la arquitectura aragonesa: Sobre podium de sillares se eleva el resto del edificio, levantado en ladrillos y tapial. La fachada se halla esgrafiada imitando sillares. El alero está resuelto según solución de un goticismo arcaizante. El exterior acusa la disposición interior en primitiva distribución al ser transformados en vecindad. Así mismo el zaguán de entrada conserva una escalera cubierta por bóveda de lunetas.
El linaje altoaragonés de Los Aysa es notable en su origen. El experto en linajes y heráldica Santiago Broto Aparicio, les dedicó dos artículos en el Diario del AltoAragón (año 2002). Se les considera que sus ancestros fueron los primeros pobladores del Valle de Aísa, situado en los confines del viejo Condado y luego Reino Aragonés, en la misma raya fronteriza con las Galias, riberas del río Estarrún, afluente del Aragón, y sus ramas se desperdigaron a bastantes de nuestros lugares. Un Martín de Aysa e hijos formaban parte de las huestes del rey Pedro II de Aragón en la famosa batalla de las Navas de Tolosa (1212). En su castillo o pardina de Lastiesas –primer señorío de los Aysa, aún ostentan sus armas en la fachada y en la capilla de San Ramón- residían, a finales del siglo XVI. De allí, un descendiente se asentó en Embún, figurando en el padrón de hidalgos (1787) figuraba el Infanzón Antonio de Aysa. En la comarca de Huesca figura y asistieron a las Cortes aragonesas (1626) los Infanzones Domingo, Francisco y Pedro, que residían en Quicena, Loporzano y Peralta de Alcolea. Un Juan de Aysa casó con Ana de Bolea en (1655). Podría seguir de la mano del Experto Santiago Broto. Baste decir que el escudo de los Aysa de Huesca forma en la parte superior a la izquierda 3 angelotes, a su derecha un castillo y en la parte inferior, la bandera cuatribarrada y en el otro recinto un caballero empuña la llave del castillo.Durante la Dictadura, Casa Aísa fue Tribunal Tutelar de Menores. Por allí pasaron los jóvenes airados de la época. Muerto Franco cayó en desuso, aparecen muchas humedades y goteras. A finales del año 2000 se concede licencia a la Caja Inmaculada para la demolición de este viejo caserón que -según del Arco Garay- tenía 1036 m2, comprendiendo edificio y superficie destinada a huerto jardín. El proyecto redactado por los arquitectos Ferrando Vitales y Torres Almerge, contempla convertirlo en Centro de Día, que conlleva la Restauración de la fachada de la calle Forment, recuperar el hueco de la escalera como espacio de iluminación, permitiendo algunas ligeras variaciones en su planta y en su emplazamiento. En consecuencia, se mantiene la distribución actual de la fachada principal, accesos al jardín, conservando la panorámica con el fondo de la Catedral; hueco de la escalera y dependencias con fachada y las cubiertas a las calles.Concluyo, con alguna opinión escuchada de personas entendidas en Arte e Historia, que no les gusta el aspecto exterior de Casa Aísa, una vez realizada la rehabilitación. Esa combinación de piedra con el hierro, tiene tintes modernistas, muy alejado de lo que fue ese histórico caserón. Además la pintura blanquecina que luce la fachada, puede ser pasto de esas bandas de termitas, llamados “grafiteros”, que no respetan ninguna propiedad, sea pública o privada. No sé si las autoridades se dan cuenta del daño económico que hacen esas cuadrillas de desalmados a los ciudadanos que pagan sus impuestos. Con estos individuos, tolerancia cero.
Por José BIBIÁN CARRERA
Suplementos Dominical del Diario del Alto Aragón 27 de Abril de 2008

Castillo de Alquézar (1931)

Como saben, la República se empeñó en poner en marcha un buen proyecto de salvaguarda del “Tesoro Artístico Nacional”, en concreto de todo ese conjunto de bienes artísticos, arqueológicos e históricos que tuvieran más de cien años de antigüedad. Para ello, se emitió un Decreto Ley del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes con fecha de 3 de junio de 1931, que publicó la Gaceta de Madrid del 4 de junio de 1931. Y en ese decreto había dos referencias a la población de Alquézar, a una población que tenía especial atractivo para el archivero don Ricardo del Arco y en la que había habido y habría con el tiempo importantes hombres de la cultura aragonesa.
La primera era la que hacía referencia al castillo de Alquézar, a un monumento que -años después- sería convertido, por el Gobierno de Aragón, en Bien de Interés Cultural en la Orden del 17 de abril del año 2006. Y en esta referencia se dejaba bien clara la diferenciación entre lo que era el castillo y lo que era la colegiata, dejando además notorio que este perfil almenado que rodea el paisaje de este enclave encaramado en lo alto del cerro, de este enclave que señorea el paisaje del río Vero, el paisaje de la historia de la reconquista aragonesa.
Está claro que ese castillo que declararon bien patrimonial de los españoles, era una fortaleza que había tenido sus orígenes en el mundo musulmán, concretamente en el siglo IX cuando un caudillo de estas tierras, señor de los caminos que llevaban de Huesca hacia el Oriente, decidió lanzarse por el camino de la independencia, por el camino de ir construyendo una fortaleza desde la cual podía mantener la presión y el ansia de poder de la poderosa cora musulmana que se intentaba gobernar desde Huesca.
Pero, no sólo intentaba controlar a los musulmanes oscenses, también quería vigilar a los cristianos que estaban estableciéndose en Sobrarbe. Y además, no estaba exenta de instrumentalizarse como arma en las revueltas musulmanas de al-Andalus.
Lo cierto es que en este enclave del Somontano de Barbastro hay muchas cosas que recuerdan al mundo musulmán español, que nada, absolutamente nada tiene que ver con el de los países africanos. El topónimo musulmán Alquézar es árabe y significa fortaleza, todo el pueblo nació a la sombra de esta fortaleza que guarda espacios interesantes en su parte más alta.
Fue dominio de los Banu Jalaf que la levantaron, que fue conquistada por la familia del Banu Qasi que gobernaban las tierras de Zaragoza en el año 893, e incluso sabemos que el propio califa abd al-Rahman III consideró que era conveniente el control de este espacio de comunicación comercial y nombró a su propio hijo gobernador del castillo de Alquézar y de la ciudad de Barbastro.
Todo avocaba a que los gobernantes del reino de Aragón pusieran sus ojos en esta plaza militar, en este castillo de la Barbitania que era tan importante para los musulmanes. Sancho Ramírez la conquistó en 1076 y lo hizo con muchas colaboraciones, incluso con la del abad Banzo del monasterio serrablés de Fanlo que construyó la torre albarrana que todavía se conserva sobre la roca.
Junto a ella, del momento militar quedan algunas torres -como la recia torre cuadrangular que queda en lo más alto del cerro-, la vieja iglesia -de planta cuadrada y cabecera plana- consagrada como capilla real en 1099, cuando quiso el rey Pedro I que junto a sus guarniciones militares estuviera una comunidad agustiniana, lo mismo que en Montearagón? Y por supuesto esa vistosa muralla que da carácter al conjunto.
Por Domingo J. BUESA CONDE, de la Real Academia de la Historia
Artículo aparecido en Suplemento Dominical del 27 de Abril de 2008 del Diaro del Altoaragón

El Parque Cultural del Río Martín consolida el torreón de los Moros

Es el primero de la recuperación del espectacular sistema defensivo medieval.
El Parque Cultural del Río Martín ha terminado la consolidación y fijación de la construcción del torreón de los Moros en Alcaine. El torreón de los Moros presentaba un grave peligro de desprendimiento y de caída sobre el casco urbano. Además, la actuación llevada a cabo es la primera del Parque Cultural del Río Martín y el Ayuntamiento de Alcaine para recuperar el espectacular sistema defensivo medieval de la localidad, formado por siete torreones.El alcalde de Alcaine, Cipriano Gil, manifestó que el proyecto de consolidación y recuperación para el turismo del torreón de los Moros se remonta a años atrás, dentro de un proyecto global que comprende a los siete torreones medievales defensivos de la localidad. “Se ha empezado con el torreón de los Moros, porque tenía un grave peligro de desplomarse sobre el casco urbano, pero se seguirá con los demás. El siguente en actuar será en el de las Moras”, dijo.Cipriano Gil recordó que para recuperar el torreón de los Moros se había trabajado mucho por parte del Parque Cultural del Río Martín y del Ayuntamiento en conseguir primero la cesión por parte de la Administración Central, la Agencia Tributaria, y luego la financiación y superar las condiciones de la Comisión Provincial de Patrimonio. En este sentido, el gerente del Parque Cultural del Río Martín, José Royo, apuntó que han sido varias las modificaciones efectuadas para la consolidación y fijación de la cimentación del torreón de los Moros al emplearse las técnicas y los materiales propios que se utilizaron para su construcción en el siglo XI. “Se han instalado en el interior unas vigas de madera aprovechando los huecos donde originariamente estaban y que marcaban no sólo los pisos de altura que tenía la torre, sino que se han utilizado como sistema de arriostramiento interior siguiendo las orientaciones de la Comisión Provincial de Patrimonio. Así, la actuación medianta esta estructura de madera es menos agresiva que si se hubiera realizado con estructura metálica”, explicó.
DIARIO DE TERUEL Viernes, 25 de abril de 2008 Alcaine

Castillo de Montearagón

Castillo de Montearagón (1931)
Estamos hablando de uno de los castillos más famosos de la provincia de Huesca, de un perfil que ha ido convirtiéndose en un símbolo para la cercana ciudad de Huesca. Es bien cierto, que el viejo castillo que nació poderoso para atacar a la ciudad musulmana de Huesca, ha acabado su vida convertido en una ruina decrépita a la que Huesca mira con cariño.
Lo ha tratado muy mal el paso de los siglos, pero sobre todo lo han tratado muy mal los últimos siglos que le ha tocado vivir, incluida la exclaustración de 1835 y el incendio de pocos años después que lo destrozó y dejó como testigos las paredes que se resisten a caer.
Esas mismas paredes, el paisaje que desde él se otea, el importante camino romano que discurre a sus pies, nos hablan todavía de esos momentos de su fundación en los últimos años del siglo XI por voluntad del rey Sancho Ramírez, muy preocupado con dotar a su incipiente estado de esa vieja capital de la llanura que estaba vinculada a los romanos, al tiempo del Imperio romano que era -todavía en ese momento- la mejor referencia para consolidar el poder real. Necesitaba hacerse con Huesca, la Osca de Sartorio, para demostrar a todo el mundo que él era un continuador más del poder romano, de la estirpe que dominó estas tierras porque dominaba al mundo.
Por eso, entre 1086 y 1089 se levantó la fortaleza como el mejor punto de apoyo para la conquista de Huesca, primero por la posibilidad de permitir una guarnición que podía azotar las huertas de la ciudad y cortar los caminos que iban y venían a la vieja ciudad ibera. El castillo tenía altos muros porque englobaba la guarnición militar, la Capilla Real y una comunidad de canónigos agustinianos que iban a convertir el enclave de Montearagón en un recinto religioso-militar que iba a ser puesto bajo la advocación y protección de Jesús Nazareno.
Era como si el rey Sancho quisiera imitar esos espacios de guerreros religiosos que configuraban en el Islam los almorávides, incluso comenzando con el ángulo de la entrada para poder tener mayor seguridad de repeler a cualquier enemigo que se pudiera infiltrar.
El conjunto debió de ser, a juzgar lo que queda, impresionante y creo que deberíamos de hacer un buen esfuerzo todos por recuperarlo. Además últimamente García Omedes, un lujo para esta tierra, ha incorporado nuevas sugerencias, como esa torre albarrana que ha encontrado al noreste del castillo y en la que ha detectado la existencia de un uso para horno de alfarero, pienso que quizás en siglos más modernos. Está claro que estamos en un territorio de gran valor estratégico y económico, con recuerdos de viejos molinos, y con evidencias de que se trate de un cerro poblado desde antaño.
Dice el amigo Antonio García Omedes que “también hay restos de habitaciones en la ladera que mira al sur del cerro. Vestigios de una población en torno a este cerro-testigo, que a buen seguro, dada la proximidad al cauce del río Flumen se ha de remontar a periodos mucho anteriores al que estamos considerando por el castillo de la toma de Huesca. Un estudio arqueológico en profundidad puede aportar muchos datos, y quizá consolidar una atractiva e interesante zona histórica a escasos cinco kilómetros de Huesca”.
Es importante recordar que este castillo fue declarado Monumento Histórico Artístico en el Decreto Ley de del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes con fecha de 3 de junio de 1931; y que se adaptó a la legislación aragonesa por Orden de 17 de abril del año 2006. Pero, sobre todo conviene desear que se hagan realidad los buenos deseos que tan bien defienden los “Amigos del Castillo de Montearagón”.
Por Domingo J. BUESA CONDE, de la Real Academia de la Historia
Artículo publicado el 20 de abril de 2008 en el suplemento dominical del Diario del Altoaragón y escrito por Domingo J. BUESA CONDE, de la Real Academia de la Historia